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Ruta 2. Quintanar en el Camino de la Orden de Santiago


Memoria de caballeros: Lugares testimonio de nuestra pertenencia a la Orden

Esta ruta que aconsejamos al visitante se convierte en rememoración, semblanza de antiguos tiempos y voluntades, cuando la fe se dotaba de intención política y en torno a aquélla se administraba la convivencia. De circunstancias así no quedó exento Quintanar, como tantas poblaciones próximas a las que cubrieron los mismos siglos de historia y vicisitud.

Esta ruta, quiere decirse, descubre al visitante los testimonios de la pertenencia de Quintanar a la Orden de los Caballeros de Santiago, congregación militar y religiosa a la vez, que tomó por misión la custodia de los lugares y los caminos que la renombrada reconquista ganaba para la fe cristiana. De aquellos gobiernos guarda Quintanar de la Orden –su nombre nos vale de clarísimo ejemplo– vestigios dignos de conocerse, ahora que los caminos ofrecen una templada serenidad al viajero de nuestro milenio reciente.

El primer testimonio que se sugiere disfrutar es la ermita de la Virgen de la Piedad. Los jardines de su plaza ocultan que antiguamente los ocuparon corrales y callejones sin salida. Hacia finales del siglo XV todo lo aledaño al edificio religioso era barrio judío; y la que hoy el visitante aprecia como ermita cristiana, entonces era la original sinagoga de aquellos antiguos vecinos. Los visitadores de la Orden de Santiago pronto anotan en sus Visitas que la sinagoga se convierte en ermita de Santa María de la Piedad, apenas unos años después de la expulsión de los judíos.

En aquella época inicial la Orden ejerció su tutela sobre la gestión de los cofrades locales, que paulatinamente ensancharon la pequeña sinagoga hasta convertirla en la ermita que hoy se visita. Se admira en ella su campanario cuadrangular y, rematándola, el capitel, coronado por una cruz.

El tránsito hacia la Iglesia Parroquial lleva por la calle La Virgen hacia la de Reina Amalia, donde pronto sorprende al viajero una edificación formidable conocida en la villa por su recia compostura: la “casa de piedra”. Como a todo palacio ilustre, en éste no faltan los sillares bien parejos, el portalón centenario, el balcón de señera forja y los blasones que rememoran insignes ascendentes. La “casa de piedra” se construyó en el siglo XVII por Don Pedro de Rada, cuya familia reaparece en la historia de Quintanar durante los siglos siguientes, con su halo de influencia y una inconclusa pretensión de hidalguía.

El viajero descubre la casa-palacio de losRada con un esplendor perenne. El viejo barrio judío se pobló a través de los siglos con gente nueva y las calles próximas nada recuerdan ya de su origen. La “casa de piedra” emerge sobradamente guarnecida de faroles y enrejados, entre la calle de La Piedad y el callejón del Sol, al que aconsejamos que el visitante se asome siquiera un instante y suponga, en la estrecha pendiente, la estrecha vida que antaño llevaron los pobladores judíos.

Cerca queda, atravesando el callejón del Párroco Agustín Ramírez la Iglesia de Santiago de la Espada, evidencia máxima de nuestra participación en la Orden de Santiago, que si impuso largamente su norma reguladora en el antiguo Quintanar, no menos honda huella marcó en la fe de los quintanareños posteriores. Aquí poco evita recordarnos a los Caballeros de Santiago. En la rejería de entrada, en los herrajes de los canceles, en la crucería de las bóvedas aparece de continuo la cruz en forma de espada que los Caballeros de Santiago tomaron por blasón. Que el visitante pisa tierras santiaguistas queda en los detalles de esta obra principal que es la Iglesia. Conózcala despacio pues su silencio es extraño a nuestro tiempo, tan apresurado en todo. Al Apóstol Santiago, por si cabía aún la duda, tiene la villa por patrono. No falta en el templo que se visita su imagen, con su caballo blanco y su estandarte blasonado al viento.

De camino al Hospital de la Concepción se cruza la “plaza de los carros” –de Miguel Echegaray para el callejero oficial–, cuyo moderno bullicio automovilístico revive el ajetreo de los antiguos arrieros que en la plaza se reunían hace más de un siglo. De esta plaza arranca la calle de la Concepción, con un similar despliegue de tráfico y comercio.Si el visitante la pasea, sobre la mitad destaca una estrecha fachada medianera con modernas edificaciones, revestida de piedra y con un pórtico de medio punto. Ha llegado a la Capilla y Hospital de la Concepción (actual Sala La Ermitilla). La Orden de Santiago procuró que en todas las poblaciones hubiera un hospital para pobres, mendicantes, transeúntes y enfermos. Los visitadores de la Orden ampararon la construcción de este lugar dedicado a la beneficencia local. Aprecie el visitante en la fachada dos escudos ovales. En ambos figura la cruz de Santiago acotada por dos veneras simétricas. Puede parecer insólita la presencia de este símbolo, celebérrima insignia de los peregrinos de Santiago. Pero a estas alturas de paseo, el visitante de Quintanar conoce de sobra de qué trata la inesperada concha de piedra: de nuestra pertenencia, en el nombre de la Villa se recuerda, a la Orden de los Caballeros de Santiago.

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