¿Quién no recuerda sus años de escuela? ¿Y a sus profesores y compañeros? Esos años nos han marcado a todos. Las primeras letras, los primeros números, nuestro compañero de pupitre, el dibujo que no sale bien, y que hay que borrar y borrar hasta que el maestro da su visto bueno. Y sacar punta a un lapicero que cada vez se queda más pequeño y nos deja en los dedos su marca de tanto apretar sobre el cuaderno rayado o la caligrafía, mientras enseñamos tímidamente la lengua.
O ese plumier de dos pisos que, si te portabas bien, te “traían” los Reyes Magos ¿Y quién no ha jugado en el recreo? Aunque lloviera o nevara (cuando nevaba): al “pillao”, a las tabas, al fútbol, al “guá”, a la comba, a los alfileres, a la semana, a trepar por los restos de los muros de la alcoholera, al balón prisionero, al “churro, media manga, manga entera”… A lo que fuera. O a ese maestro o maestra que, proveniente de cualquier punto de la geografía española, nos enseñó lo grande que era el mundo (que llegaba mucho más allá del río), cómo se fabricaban las cosas, a coser o a dibujar, a leer con soltura y entendimiento, a recitar las tablas de multiplicar, a dividir por dos cifras o a entender cualquier lengua, estuviera viva o muerta. Como aquellos primeros maestros que enseñaban en sus casas, cuando aún no se tenía edad para ir al colegio: los recordados Canis o Chani, entre otros.
Incluso, quién no recuerda las frías aulas en invierno, con esas estufas de leña o carbón que lo que hacían era enturbiar (más que calentar) el ambiente. O algún que otro castigo: el palmetazo en la mano, “¡de cara a la pared!”, “¡sin recreo!”, alguna hora extra haciendo los deberes, el macocón a traición…Para algunos, los mejores amigos se conocieron en la escuela o en el instituto. Y qué decir de los fines de curso, de los disfraces caseros, de las representaciones teatrales y de baile, de las competiciones culturales, deportivas o musicales (¡esos festivales de villancicos!).
Por todo ello, qué mejor homenaje podemos brindar a nuestros años de aprendizaje y a esos maestros y profesores que tanto hicieron por nosotros, que el de dedicar estas páginas a hacer un recorrido por la historia de los centros educativos oficiales de nuestro pueblo, de la mano de algunos textos y recuerdos de todas las generaciones que han ido pasando por ellos. Aunque estemos de vacaciones… y de feria.
Los primeros tiempos
La primera referencia escrita que tenemos sobre una “escuela” en Quintanar de la Orden data de 1571. Es evidente que no empieza aquí todo, que en nuestro pueblo hubo vecinos, desde muchos años antes (siglos), que, de una u otra manera, recibirían algún tipo de formación, como dicen que sucedía en el resto de España. Pero, desgraciadamente, de todo lo que ocurriera antes en relación con ese tema, no queda ningún testimonio escrito (que conozcamos), así que nos conformaremos con lo que se ha conservado y poseemos. En esa primera referencia mencionada, se dice que, en 1571, el padre Salmerón solicita al Ayuntamiento poder “mostrar y enseñar gramática a los hijos de vecinos y otras personas que lo quisieren aprender”.
La solicitud se aprueba por dos razones fundamentales: porque Quintanar es cabeza de partido y pueblo principal de mucha vecindad y porque esta formación puede ser útil “para ir a otras partes”. Es de suponer que el padre Salmerón enseñara latín, además de otras materias. Estas “escuelas de gramática”, comunes en la época, significaban un estado intermedio entre la enseñanza de las primeras letras (escasa y muy deficiente) y la de la universidad, donde todo se impartía y aprendía en esa lengua. ¿Y cómo lo haría el buen sacerdote? Aunque no lo sabemos a ciencia cierta, cabe pensar que recogería al grupo en su casa o en algún espacio del que pudiera disponer.
El Ayuntamiento, como responsable en esa época de estos temas, le asigna un salario que podrá completar con lo que le den o concierte con sus alumnos. De cualquier forma, no debían de ser muchos los que estudiaran porque, por aquel entonces, Quintanar era un pueblo que contaba con 594 vecinos, de los cuales algunos eran hidalgos (35 casas), y, los demás, labradores, según se cuenta en una relación que pidió Felipe II hacer allá por 1575.
Por estos tiempos (siglos XVI y XVII), la educación primaria era muy básica: se enseñaba a los niños a leer y a escribir en su lengua materna, a hacer operaciones matemáticas elementales y a memorizar el catecismo católico. Todo a cargo, bien de un preceptor o tutor privado (clases altas), bien, fuera de casa, de un maestro de primeras letras en el seno de una escuela privada masificada, cara y deficiente. En cuanto a la enseñanza “secundaria”, se daba fundamentalmente en las escuelas de gramática, donde se enseñaba esencialmente el latín clásico y, como complemento, algo de Historia, Geografía, Filosofía y Retórica, al hilo de las lecturas de los autores latinos y con el fin de preparar a los estudiantes para la Universidad.
La formación era privilegio de unos pocos (clérigos y clases pudientes) y el analfabetismo era lo que imperaba en Quintanar y en el resto de España durante muchos años. Sería ya en el siglo XVIII cuando empezaron a darse los primeros intentos de universalizar la educación con la Ilustración y Jovellanos, y, en el siglo XIX, cuando empezó a plantearse seriamente la educación para todos por su importancia, con leyes, como la de Moyano (1857), que la promovieron.
El comienzo de la educación para todos
Del siglo XIX tenemos, igualmente, algunas noticias sobre escuelas en Quintanar. La Gaceta de Madrid (ahora Boletín Oficial del Estado), el 18 de agosto de 1822, anuncia que “en la villa de Quintanar de la Orden, provincia de Toledo, se establecen dos escuelas gratuitas de primeras letras según el nuevo plan de instrucción pública”, para las que el Ayuntamiento proporcionará locales. A continuación, describe brevemente el pueblo, justificando tal establecimiento.
Dice de él que cuenta con 1400 vecinos y que dista 18 leguas de Madrid y 14 de Toledo; de “temperamento sano, abundante en comestibles y buenas aguas”, está rodeado de pueblos pequeños “que podrán proporcionar pupilos, además de la enseñanza privada en casas particulares”. Los profesores acreditados que deseen opositar, enviarán sus memoriales, junto con “un informe del ayuntamiento donde residan acerca de su moralidad, aptitud y adhesión al sistema constitucional, al secretario de la corporación Ambrosio Lirio en el término de 20 días desde la fecha de este anuncio”. D. Manuel de Espinosa, “agente de negocios de acreditada idoneidad”, será el responsable de las escuelas.
El Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar (1806-1870), de Pascual Madoz, da cuenta, en su tomo XIII (1849) y cuando describe Quintanar de la Orden, de una escuela superior, dos elementales para 316 niños y dos para 128 niñas, patrocinadas todas por el Ayuntamiento y servidas por sus respectivos maestros, maestras y pasantes.
Sabemos, también, que, en 1869, la Dirección General de Instrucción Pública acuerda destinar a la Escuela de instrucción primaria de Quintanar de la Orden, una colección de libros para formar una biblioteca popular “como una prueba del aprecio con que esta Dirección general ha visto el estado de la citada escuela y los esfuerzos de su digno profesor”, el director D. Julián García Calvo (Gaceta de Madrid, 25 de diciembre). La relación de libros que se ofrece es realmente interesante y daría para hablar de la educación en esa época. Pero eso es harina de otro costal.
Por su parte, el presbítero Martínez Marín, uno de los primeros historiadores de nuestro pueblo, en su Nota histórica de la M.L. Villa de Quintanar de la Orden y de su excelsa patrona la Virgen de la Piedad (1881), al hablar de Quintanar en 1881, nos dice que se trata de una de las “poblaciones más importantes de la Mancha”, no solo por su industria y comercio, sino también por “la simetría y aseo de sus calles, por el esmerado cultivo de su campiña, y por la ilustración y religiosidad de sus habitantes”. De todo ello nos llama la atención la referencia que hace a la ilustración de los quintanareños.
Más adelante, al hablarnos de la instrucción pública en nuestro pueblo, nos da cumplida cuenta de la situación en la que se encuentra. Dice que cuenta con un colegio de segunda enseñanza inaugurado el 1 de octubre de ese año, llamado Nuestra Señora de la Piedad, que ha comenzado “con buenos auspicios y regular número de alumnos”. También dice que Quintanar cuenta con “una escuela superior de niños y otra de niñas, dos elementales de niños y otra de niñas, sostenidas por el municipio, y un colegio de primera enseñanza para niños, otro para niñas, y otra escuela privada de niños y otra de niñas, algunas en brillante estado”. Hemos encontrado, guiados por los escritos del inolvidable maestro e historiador de Quintanar, D. Félix San José Palau (Quintanar. Ayer y hoy, 1990), un anuncio del colegio de Nuestra Señora de la Piedad en un periódico de la época (El Nuevo Ateneo, año XII, nº 21, 1 de noviembre de 1890), que habla maravillas de sus profesores e instalaciones.
El siglo XX trajo a nuestro pueblo los centros educativos que aún hoy perviven o que, desaparecidos, algunos recuerdan. Entre estos últimos está el Colegio del Sagrado Corazón que, según San José Palau, se encontraba en la calle Concepción y que se cerró poco después de acabar la Guerra Civil. Ninguna otra referencia hemos encontrado de él.
El Colegio Teresiano y el Instituto Teresiano
Se trata de dos instituciones ya desaparecidas y entre las que existió una curiosa relación. De ambos sabemos gracias a un bello y emotivo texto escrito por Julián López Brea en la revista La Encina (abril, 1982), el cual nos da noticia, además, de otro centro del que ya hemos hablado. Según este autor, el Colegio Teresiano se creó en 1916 a instancias de Julio Sánchez Torija Iniesta, quintanareño que era profesor en Madrid de un colegio con el mismo nombre. Se instaló en el número 3 de la calle Grande. Por aquel entonces aún permanecía abierto el colegio Nuestra Señora de la Piedad, ubicado en lo que, durante años, ha sido y es el mercado municipal de Abastos.
La rivalidad entre los dos centros y, fundamentalmente, el enfrentamiento personal de sus directores, hicieron que los padres de los alumnos, temerosos de que la enseñanza de sus hijos se viera perjudicada por esta situación, consiguieran que el director del colegio Nuestra Señora de la Piedad, Luis Massa Puig, cediera sus derechos al del Colegio Teresiano, de forma que, en el curso 1917-18, ya solo existe este último y, tras unas obras de remodelación, se traslada a la ubicación en la que se encontraba el otro. López Brea nos habla de sus húmedas y frías aulas, y de sus profesores. También del alumnado, que contaba con estudiantes de Quintanar y de pueblos de alrededor, en régimen externo y de internado. Los primeros pagaban 30 pesetas mensuales y los segundos, 90.
En 1930, teniendo en cuenta el mal estado de las instalaciones, se traslada a la calle Valencia, con el tan recordado Pablo Perdido como director. Y allí pervive hasta el año 1969. En todos esos años se “convirtió”, desde 1933 a 1939, y según Francisco García Martín (El Instituto de Quintanar de la Orden, (1933-1939), 2013), en Instituto Elemental de Segunda Enseñanza y, más tarde, en Instituto Nacional de Bachillerato, con financiación pública y a petición de las autoridades locales. También, y durante la Guerra Civil, tuvo que trasladar sus aulas al Casino Garcilaso, al ser ocupado con fines militares. Pero en 1940 vuelve a ser el Colegio Teresiano de Segunda Enseñanza, aunque seguirá conociéndosele como Instituto Teresiano.
El Colegio Nuestra Señora de la Consolación
Su primer nombre fue el de Colegio del Sagrado Corazón de Jesús y fue fundado por las Hermanas de la Caridad de Nuestra Señora de la Consolación el 1 de octubre de 1922. En Quintanar de la Orden y su tesoro (1925), Antonio Estremera nos da cumplida cuenta de la razón de su fundación y de los actos que se celebraron con motivo de ella. Algunos lo recordamos en su primera ubicación, muy cerca del templo parroquial. Cincuenta y tres años después, en 1975, empezó a usarse el nuevo edificio. Comenzó siendo un colegio para niñas y, con el tiempo, empezó a admitir niños. Primero, en párvulos y, más tarde, en todas las enseñanzas.
El Colegio de los Padres Franciscanos y de Nuestra Señora de los Dolores
Según nos cuentan en el número 33 de la revista La Encina (1987), los padres franciscanos se establecieron en Quintanar en 1899, situándose definitivamente en el actual convento en 1906, año en el que Fray Pablo Sánchez, superior de la comunidad, solicita a la Dirección del Instituto General de Educación fundar una escuela de primera enseñanza que se mantuvo hasta los inicios de la Guerra Civil. A finales del año 1942, llegan a Quintanar los dos primeros frailes de la T. O. R., con el fin de crear vocaciones en nuestro pueblo, pero no será hasta el año siguiente cuando se cree, junto con un Seminario Menor, una escuela de niños que en 1965 legalizaría formalmente las clases de Enseñanza primaria.
En 1972 se aprueban los estatutos de su Asociación de Padres de Alumnos, cuya primera Junta tanto hizo por el mantenimiento del colegio. Durante años, su ubicación fue la del convento de los padres franciscanos y en 1981 pasó a ser la que hoy tiene. La fiesta de inauguración contó con todo tipo de actividades.
El Colegio Cristóbal Colón
El 3 de noviembre de 1931, Manuel Azaña, como Presidente del Gobierno de la República y a propuesta del Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, Marcelino Domingo y Sanjuán, decreta la aprobación del proyecto “para construir en Quintanar de la Orden un edificio de nueva planta con destino a dos escuelas graduadas, una para niños y otra para niñas, con tres secciones cada una”. El edificio se acaba de construir en 1934. Más tarde, en la Gaceta de Madrid de 6 de junio de 1936, aparecen los nombramientos como directores interinos de Rafael Fernández Peña para la de niños y de Consuelo Botija Vela para la de niñas.
Desde entonces y sin interrupción (ni siquiera durante la Guerra Civil), este colegio ha funcionado en distintos locales y con diferentes denominaciones. El epicentro, en las instalaciones ubicadas en los paseos de Colón. Y antes de La Piedad y Rosell, inaugurados en 1960, la Ermitilla, allá por 1949. Aunque también se impartieron clases, ocasionalmente, en la Casa del Pueblo. Hasta que, en 1975, y según nos cuenta Félix San José, la Delegación Provincial de Educación determina “la integración de todas las unidades escolares existentes en la Villa en una sola”: el Colegio Nacional Cristóbal Colón.
Han sido muchos los maestros que han pasado por todas sus aulas, al igual que por las de los demás centros educativos. En las fotos, dos de los más recordados: Dña. Consuelo Botija y D. Enrique Asensi. A este último se le rindió un homenaje el 22 de diciembre de 2009, cuando el colegio cumplía su 75 aniversario. Resultaba sorprendente ver el gran número de exalumnos que se congregaron en la Ermitilla para hablar y oír hablar de él. El pueblo de Quintanar sigue estando en deuda con todos los demás.
Con los años, tanto La Piedad como Rosell desaparecieron, dando paso a Colón Nuevo. El primero, antes de albergar aulas, había sido cuartel de la Guardia Civil. Algunos mayores dicen haber asistido allí a clase durante la Guerra Civil, cuando aún eran niños, y recuerdan la salida en estampida de la escuela cuando oían las sirenas que avisaban de los bombardeos. En cuanto al segundo, cabe decir, como curiosidad y aprovechando el centenario de la obra de Miguel de Cervantes, que a sus espaldas se encuentra la calle Antonio de Villaseñor, personaje quintanareño de la obra que, con el título de Los trabajos de Persiles y Sigismunda, historia setentrional, se publicó en 1617.
En la actualidad, el primigenio edificio se ha convertido en la sede de la Escuela Municipal de Música, y Rosell y La Piedad en instalaciones que dan cabida a distintas asociaciones culturales y sociales, mientras que Colón Nuevo y el recientemente inaugurado Antonio Machado son los centros encargados de desempeñar la labor educativa.
Los otros institutos
El instituto que hoy conocemos como IES Infante don Fadrique, comenzó su andadura en el año 1969. Las negociaciones y actuaciones municipales previas fueron arduas y dilatadas. El libro de actas de los plenos municipales da cuenta de algunas de ellas, remontándose al año 1964. Quintanar de la Orden necesitaba, sin demora, un centro de educación secundaria con nuevas y amplias instalaciones. Finalmente, se inauguraban las clases en el curso 1969-70. Hasta 1975 fue una sección delegada de un instituto de enseñanza media de Toledo (el Greco), del que dependía académica y presupuestariamente. Ya después, vino la independencia y el nombre. Fue su tan recordado director D. Francisco Amigo Gutiérrez, quien tuvo la feliz idea de dárselo, proponiendo el de “Infante don Fadrique” por considerarlo significativo, no solo para Quintanar, sino también para su comarca.
La elección se hizo como homenaje al Maestre de la Orden de Santiago que el 4 de marzo de 1353 otorgó a un conjunto de pueblos vecinos, aquejados por una difícil situación económica, el privilegio para formar el Común de la Mancha, con el fin de aunar esfuerzos y apoyarse unos a otros. Alumnos de todos esos pueblos han pasado durante años por las aulas de este instituto: Corral de Almaguer, El Toboso, Miguel Esteban, Puebla de Almoradiel, Quintanar de la Orden, Villa de Don Fadrique, Villamayor de Santiago y Villanueva de Alcardete, entre otros. En B.O.E. de 24 de diciembre de 1980 se recoge su nuevo nombre.
El IES Alonso Quijano inició su andadura allá por el curso de 1976-77, aunque el nombre, tan ligado a nuestra tierra, no lo obtuviera hasta 1980. Sus instalaciones, más modernas, vinieron a ocupar los terrenos donde, durante años, hubo una pista para las pruebas del carnet de conducir. Comenzó siendo un centro de formación profesional como sección dependiente del instituto de formación profesional de Consuegra, pero, con el tiempo, no solo adquirió entidad propia sino que también amplió su oferta educativa. En la actualidad ofrece formación en ESO, bachillerato y distintas especialidades de formación profesional en distintos niveles.
Centro de educación de personas adultas Luis Vives
El centro para adultos de nuestro pueblo nació en el año 1988 y comenzó a impartir sus clases en dos aulas del edificio de La Piedad. La necesidad de espacio y de unas mejores y más amplias instalaciones debido al aumento del número de alumnos hizo que en 1991 se trasladara a las actuales, en el IES Infante Don Fadrique. Siempre ha estado atento a las necesidades educativas de los que, por las razones que fueran, tuvieron que abandonar su formación en algún momento de su vida.
Y así, con el tiempo, ha ido ampliando su oferta hasta el punto de que hoy en día brinda a los quintanareños y personas que viven en Quintanar y en los pueblos vecinos, no solo formación básica, sino también de acceso a los distintos niveles del sistema educativo español, formación profesional muy variada, inglés, castellano para extranjeros, e, incluso, un curso “de mejora de la comprensión lectora para la prueba teórica del permiso de conducción”. Tanto de forma presencial como on line. Todo un lujo.
La oferta educativa quintanareña siempre ha sido muy amplia. Lo que demuestra el gran interés que por su formación han tenido, y tienen, nuestros paisanos, y de cualquier edad.
Escuela de educación infantil Pim-Pon
Se crea en 1989 para cubrir la enseñanza pública del primer ciclo de Educación Infantil, esto es, para niños de 0 a 3 años. Con el tiempo, ha ido ampliando sus servicios y sus aulas, agrandando sus instalaciones en 2006. Se trata de un centro que responde a las necesidades de la sociedad actual, entre las cuales se encuentran las que han surgido por la incorporación de la mujer al mundo del trabajo.
Y también… la universidad en Quintanar de la Orden
En el curso académico 1997/1998, hace ahora 20 años, y en las aulas del IES Alonso Quijano, la Universidad Nacional de Educación a Distancia inicia su andadura en nuestro pueblo con el curso de Acceso directo a la Universidad para mayores de 25 años. Un año después empiezan a impartirse tutorías de las especialidades de Derecho y Psicología y, en el curso 2015/2016, las de la UNED senior, un programa formativo para todas aquellas personas mayores de 55 años que deseen aumentar sus conocimientos, independientemente de la formación académica con la que cuenten.
El Centro de educación especial Santísimo Cristo de la Salud
Aunque las gestiones para su creación se iniciaron años antes, es en octubre de 1977 cuando comienza su actividad. Se encuentra ubicado, desde sus comienzos, en el que fuera uno de los locales de la red de albergues de carretera del Patronato Nacional del Turismo, creada para fomentar este último con el uso del automóvil particular. En 2015 quedaban ocho de los doce que se construyeron entre los años 1930 y 1946.
Uno de ellos es el nuestro, que inaugurado en marzo de 1933 y habilitado durante la Guerra Civil en un puesto de escucha cercano al aeródromo local, ha conservado prácticamente la estructura inicial y común a todos ellos, gracias a que en su momento se dedicaran sus instalaciones para este colegio. A esta iniciativa debemos el mantenimiento de un edificio con un gran valor histórico-arquitectónico que merece un reconocimiento especial. La creación de este centro se debe, fundamentalmente, al empeño del que, por aquel entonces y algunos años antes, fuera juez de Quintanar de la Orden, D. Joaquín Delgado García, que fundó en 1973 la Asociación Protectora de Disminuidos de Quintanar de la Orden y comarca (ASPRODIQ). Aunque sus inicios fueron duros, se ha mantenido durante cuarenta años gracias a las subvenciones recibidas y al excelente trabajo de los distintos profesionales que han pasado por sus aulas, ampliando sus instalaciones y sus servicios. ¡Feliz aniversario!